miércoles, 19 de junio de 2013

LIVECE realizó simposio sobre la epilepsia

LIVECE - Avances sobre la Epilepsia

La Liga Venezolana Contra la Epilepsia –LIVECE- llevó a cabo la jornada “Avances en la Epilepsia” en el auditorio de la facultad de Farmacia de la UCV, simposio dirigido a médicos, docentes, pacientes, familiares y amigos de personas con epilepsia.

La doctora Beatriz González del Castillo, directora de LIVECE, inició la charla expositiva presentando la historia de la epilepsia y sus últimos avances. La ginecólogo y obstetra Luanys Rivera, hizo su ponencia sobre Embarazo y Epilepsia. Christian Rodríguez, profesora de la Cátedra de Bioquímica de la UCV, expuso sobre interacciones entre medicamentos antiepilépticos y Ángel Cermeño Silveira, médico especialista en neurología infantil, presentó el tema El niño y la Epilepsia. Para finalizar el encuentro se realizó una ronda de preguntas, donde los expositores respondieron las interrogantes del público asistente. 

LIVECE tiene estipulado realizar otro simposio en octubre o noviembre del presente año. Mayor información 212-5782737, Twitter: @livece3 y grupo de Facebook: Livece Epilepsia.

sábado, 4 de mayo de 2013

Realismo sucio: El profesor


Realismo sucio: El profesor

El profesor de matemáticas preocupado por la llegada del período de vacaciones, ingenió un plan algo macabro para mantener su bolsillo lleno. Casi todo el curso tenía aprobada su materia, por eso decidió escoger a un desafortunado grupo de alumnos con las calificaciones más bajas quienes serían los “sacrificados” para abrir el curso de reparación en vacaciones y así cubrir sus necesidades económicas unos meses más. 

Al asignarle un solo curso en el año escolar, el profesor decidió aplicar este plan para seguir teniendo la “clientela” fresca, así que tenía que “raspar” a varios estudiantes para mantener su cuota de ingreso mensual. Eran tres estudiantes que a pesar de no estar aprobados solo les faltaban décimas para la nota probatoria de la materia. Ese salón en particular, el 8vo B, era el más tranquilo del colegio. Nadie se portaba mal, todos eran atentos a las clases, guardaban silencio cuando los maestros se lo pedían, en fin, eran buenos en conducta. 

El plan  fue un poco difícil de llevar, puesto que estos tres alumnos aun le faltaba la nota para aprobar y quedaba una evaluación final que de seguro alcanzaban la puntuación necesaria con  poco estudio. El profesor, sabiendo esto se dedicó noches enteras a diseñar un examen con un alto grado de dificultad. Para que los alumnos que estaban en la mira no pudieran aprobarlo. En vista  de que sus intenciones podrían fallar, se ingenio un plan “b” por si acaso y  consistía en que de aprobar el examen final tendría que recurrir a reprobar a tales alumnos alegando que durante todo el curso fueron los mas flojos del salón, y así en consejo de curso los reprobarían.  

En una de las tantas noches que se dedicaba a ingeniar el examen con alta dificultad, decidió que mejor era salir a despejar la mente y así se le ocurriría un ejercicio algebraico jamás imaginado. Tardó días en dar con tal problema matemático, hasta que un fin de semana estando el profesor con sus compadres en la finca del campo, después de tomarse cuatro botellas de tequila dio con un ejercicio jamás imaginado. Busco una servilleta donde escribirlo y lo guardo para pasarlo en limpio al llegar a casa.

Ya impreso el examen final de curso, dentro de su mente retorcida se burlaba al ver a los alumnos tratando de resolver el ingeniado ejercicio. El examen solo tenía un camino para resolverse que muy poco se había estudiado en clases, era probable que todo el salón reprobara así no existirían pruebas del delito y con más soltura llevar a los alumnos al curso de reparación.

Llegado el día del examen la mayoría de los alumnos preguntaban al profesor sobre como resolver tal ejercicio, éste solo respondía: si han prestado atención en todo el año sabrán cómo hacerlo, no mas preguntas por favor si no, bajo cinco puntos.


Al sentarse al corregir los exámenes, buscó con ansias los de los tres alumnos en “salsa”, para sorpresa se encuentra de que estos lo habían resuelto perfectamente y el resto no. Trató de conseguir una respuesta a tal desengaño y no la halló. Así que optó por aplicar el plan “b” aunque este no daba por cumplido su objetivo debido a que la decisión de aprobar a estos alumnos estaba en manos de varios profesores en consejo de curso.

Se preguntarán cómo hicieron los tres estudiantes para resolver tan difícil examen. En realidad no fue que se quemaron las pestañas día y noche estudiando, ni tampoco recibiendo clases particulares de matemáticas. Aconteció que la información de “raspar” a los alumnos se coló entre ellos sabiendo que el profesor no tenía mas curso y necesitaba dinero dando clases apartes. Pues se rumoraba que a varios alumnos los iban a llevar injustamente a esos cursos por reprobar la materia. Así que los que sabían que posiblemente estarían en la mira del profesor, se organizaron para tratar de conseguir el examen final para saber a que atenerse. 

Fue todo un trabajo en equipo, pues donde se fotocopian los exámenes trabaja un viejo que es amigo de todos los estudiantes del centro, no hubo mucho que pensar para saber como manipular al viejo, entre todos, le regalamos una cesta de víveres con licor incluido y dos paquetes de cigarrillos, acordando previamente cuál sería su función. Así, una vez fotocopiado el examen, el viejo sacó unas de mas y por la tarde cuando no había nadie en el instituto entregó a los alumnos copia del examen. Pero el problema no estaba resuelto del todo, el ejercicio era indescifrable así que los alumnos tuvieron que emplear otra maniobra para resolver tal ejercicio creado solo en la mente del profesor. Otra inversión de dinero tuvieron que hacer para pedir asesoría a un profesor de otro instituto para que le resolviera el examen, pero valió la pena tanto esfuerzo.

Getafe, marzo 2009.


lunes, 15 de abril de 2013

Realismo sucio: Miedo nostálgico

realismo sucio Miedo nostálgico los aleros

Todo empezó cuando mi papá no quiso llevarme al circo, desde ese momento mi vida sentimental cambió. Y todo porque yo era muy asustadizo en la calle. Una vez, dentro de un ascensor, las  personas empezaron a gritar y entré en pánico; en otra ocasión, una pelea de unos desconocidos en la calle hizo que mis nervios explotaran.

Pero nada comparado con unas navidades que mis padres decidieron viajar a La Puerta  y  “Los Aleros” en Mérida. La Puerta, es un pueblito que sólo puede dejarte buenos recuerdos. Es un lugar muy simpático, tranquilo y agradable, está decorado con flores y venden chocolate caliente con fresas en todas partes. La gente es muy amable y cortés con los visitantes.

Los Aleros, es un pueblo turístico que mantiene las tradiciones de la Venezuela de antaño con personajes disfrazados que acompañan el paseo. Al llegar a la entrada, te montan en un autobús decorado a la antigua y un guía va animando el trayecto. Hasta eso momento todo marchaba de maravilla. De repente, oí un grito estruendoso y macabro por la parte trasera del autobús y dos monstruos disfrazados de payasos irrumpieron en el vehículo asustando a sus ocupantes.  Grité tanto que empecé a insultar a todos con groserías por estar en esa incómoda situación y mis padres no lograban calmarme, esa era la bienvenida.

 Al llegar a la entrada del pueblo, a los visitantes le entregaban una especie de pasaporte y en la caseta de visados estaba puesto un muñeco en una silla, vestido con trapos harapientos marrones y grises, con un sombrero de paja y sostenía en sus manos un cartelito que decía algo. Pues, una vez que lo visitantes tenían su pasaporte, seguían por el pasillo donde estaba el susodicho muñeco y de la nada el muy desgraciado pegaba un brinco y te asustaba.

Pero lo peor estaba por sucederme, en ese pueblo turista fantasma tradicional de antaño las cabras se paseaban libremente por las calles. Iban pastaban en manadas con sus cabritas y los turistas las alimentaban, las acariciaban y se sacaban fotos con ellas. En un descuido de mis padres, corrí hacia una de las cabritas, ésta me llegaba por la cintura pero en su instinto natural, la cabrita con sus pequeñísimos dos cachitos recién salidos como chichones arriba de sus ojos me dio una cornada en todo el rabo que me hizo volar unos metros por el aire. 

El suceso alborotó la aparente pasividad del lugar y la locura se apodero del ambiente tan calmado de ese maldito pueblo. Gran parte de los visitantes observó como la cabrita corría hacia mí y me golpeaba, cuando caí al piso sólo escuchaba gritos, desesperos. El sabor amargo de tierra en mi boca se mezcló con mis lágrimas saladas y ver correr una gran masa de gente hacia mí me traumó más. Mi mamá era la que más gritaba, en su ataque de histeria contribuía más al caos y a la confusión. Con este infortunio  terminó el día con los sustos más desagradables en mi vida… Como esa vez que un borracho partió una botella y mis ilusiones se fueron con esos vidrios rotos en la cola para entrar al circo.

domingo, 31 de marzo de 2013

Booktrailers: ¿Le debe algo la literatura al cine y a Internet?

Considero que es otra estrategia para promocionar y vender un libro en estos dias de márketing digital, así que los puristas tendrán que aguantárselas. Aunque pueden quedarse tranquilos, los booktrailers no son o no deberían ser un resumen del libro sino una interpretación visual de la contraportada. Este género ya tiene premios y concursos, las editoriales -algunas, no todas- gozan de un departamento de audiovisuales para realizar los videos. Hay para todos los gustos: buenos, malos, raros, originales... El cine y la Internet devolvieron el favor a la literatura, a los libros, aunque muchos años después.




domingo, 3 de marzo de 2013

Realismo sucio: Anecdotario 1: El método


Un sábado en el parque de mi edificio estábamos Luís, Vicente, Jonatan, Ronald y yo. Jugábamos baloncesto, pero en un instante cambiamos de juego, empezábamos a lanzarnos piedras unos a otros, el por qué, no lo sé. El juego de arrojarnos piedras era sin la intención de pegárnosla. 

Yo me encontraba en un extremo de la cancha y Luís en el otro, ambos de frente. Él me lanzó una piedra y yo pensando que iba directo hacia mí, la esquivé lanzándome hacia mi izquierda. Luís lanzó la piedra a su derecha sin intención de pegármela. Obviamente la piedra impacto en mi cabeza y el chorrero de sangre inundó la cancha. 

Él salió corriendo despavorido a socorrerme y para parar la hemorragia que tenía en la cabeza se le ocurrió tomar un puñado de tierra del suelo y colocarlo en la herida. Imagínense como quedó mi rostro lleno de sangre mezclado con tierra, pero lo peor estaba por pasar, todos me acompañaron a mi casa y tremendo susto que se llevaron mis padres, temieron lo peor al verme. Mi rostro cubierto de tierra con sangre daría la impresión de que un camión me pasó por encima. Me llevaron al hospital y luego que la enfermera me lavara el rostro y ubicara la herida la angustia pasó.

 No necesitaba puntos de sutura, bastó con desinfectar la herida y colocar una gasa. La enfermera también se alarmó cuando me vio, pensó que no podría ayudarme en el estado que llegué. Yo nunca me vi al espejo pero el gran pegoste de sangre y tierra que cubría mi cara parecía un maquillaje perfecto de película de terror. Luego de salir del hospital y pasar el susto todos nos reunimos en la cafetería. Luís al contar su “método” para parar hemorragias mi madre exclamó: ¡pero a quien se le ocurre echar tierra que tiene microbios a una herida, más nunca se te ocurra hacer eso carajito!

domingo, 17 de febrero de 2013

Periodismo gonzo: Fructuosa congelada: ¿Negocio de moda?


 Fructuosa congelada: ¿Negocio de moda?

Apertura de licorerías, amigos etílicos, fiestas y graduaciones  eran los motivos para beber alcohol en mi adolescencia. Una tarde de mi ociosa juventud, uno de esos “amigos” se presentó con una botella de vodka y en la entrada del abasto donde la compró había una máquina cuadrada de color metálico, arriba de ella tenía dos tubos cilíndricos trasparentes, contenían en su interior un líquido espeso color rojo que mediante una paleta giratoria incitaba a ver tal movimiento circular provocando comprarlo. Era el frappé de hace un poco más de diez años y es lo más idóneo para mezclarlo con la bebida rusa… al menos para mi paladar.

Son las doce del mediodía, el sol bronceándote, ni una nube en el cielo y encontrar en una esquina de Caracas un carrito coloridamente rotulado con frutas es como ver un espejismo en el desierto; por fortuna el oasis existe: es una nueva forma de refrescarnos la garganta y un negocio que crece por los momentos. Sin duda éstos carritos llaman más la atención que los tubos giratorios de hace años.

Mi mamá llegó con la idea de montar un carrito de frappé, por fortuna la nevera ya la teníamos. Hace dos años la compré para guardar las hallacas en diciembre y no sobrepoblar la nevera normal; la pobre llevaba más de 25 años conservando nuestros alimentos. Así que mi rango de socio y mi capital a la nueva idea de mi mama ya lo había asumido sin querer.

Mi tía se encargó del estudio de mercado, se caminó todo el centro de Caracas preguntado precios, averiguando la materia prima para hacer los distintos sabores de frappé, observando los detalles de los carritos: la sombrilla, rotulado, nevera, base metálica, planta eléctrica y cualquier otro detalle; cómo servían el producto, en que sitios estaban ubicados los vendedores; quiénes eran el tipo de persona que más compraba; a qué hora se vendía más. Creo que su carrera de estadística la empleó correctamente en este estudio. Mi mamá se encargó de buscar presupuesto en una herrería para hacer la base del carrito donde montaría la nevera.

 A mi me tocó la tarea de averiguar los precios de las rotulaciones para la nevera. Cerca de mi casa hay un centro de impresión y pendones, pero me imaginé que en otro sitio podría salir más barato. Pregunté por el rotulado y un diseño para la nevera. El diseñador ya tenia un diseño hecho, me pareció muy bueno y digno para la ocasión, todo salía en 2.000 Bs. fuertes. Fui a otro sitio de impresión y conseguí un presupuesto en 1.000 más la rotulación en 600 Bs. Fuertes y cerré de una vez el trato.

A todas estas mi tía recolectó bastante información y concluyó   que la mejor hora para vender es de 11 de la mañana a 4 de la tarde, los que más comprar son los bachilleres después del mediodía. El mejor sitio para vender es en cercanías de colegios, plazas y paradas de autobuses, salidas de metro y esquinas muy concurridas. Este es un punto vital en el negocio: el lugar donde ubicarse para vender, los permisos no parecen una limitante, salvo en varios puntos como en la entrada del parque Miranda (Parque del Este) donde tienes que tramitar el permiso para vender con la alcaldía. O como nos comentó un “frappero” –vendedor de frappe en los carritos–  que le paga una tarifa a un agente de la ley para que ni lo roben ni lo saquen de allí.

Conforme seguíamos avanzando surgían nuevas dificultades, como donde guardaríamos el carrito luego de instalarlo, habría que buscar un alquiler para guardarlo y tendría que estar ubicado cerca del lugar de venta, el peso para empujar el carrito por la calle es considerado si le sumas el peso de la planta eléctrica para mantener la nevera funcionando. Creo que mi tía no tiene la fuerza suficiente para empujarlo; aunque ya tenemos todo listo y no se si tendremos éxito, pero estoy dispuesto a asumir el cargo de “frappero”.

El emprendimiento individual se ha multiplicado en los últimos años como forma de prosperar mediante una actividad económica, el emprendedor actual se ha modernizado y organizado mucho mejor que hace algunos años. Situación que ve  muy positiva el psiquiatra Roberto de Vries de la cual expresó en una entrevista al diario El Universal: “El venezolano está en una fase de emprendimiento e iniciativa” “...y probablemente aquí está la salida al desarrollo del país”. ¹

Sin tener en cuenta el clima político del país el emprendimiento y las iniciativas propias de los venezolanos seguirán siendo el oasis en el desierto.

1. Cuerpo 1, página 1-2 - 20-01-2013.

miércoles, 30 de enero de 2013

Periodismo gonzo: Utopía hippie


periodismo gonzo: utopia hippie woodstock

El jueves 14 de agosto del año sesenta y nueve mí compañero Andrés y yo presentamos el último examen del semestre, la verdad no me importó si lo aprobaba o no, llevábamos dos años en Estados Unidos intentando sacar un diplomado en ingeniería.

El viernes 15 unos amigos de la universidad nos comentaron sobre un festival a dos horas de camino, en una granja de Bethel en el estado de Nueva York. Nosotros hartos de tanto estudio decidimos desconectar y la mejor manera era asistiendo a ese festival musical muy en particular que anunciaban en la radio y en volantes pegados en las paredes de la universidad que expresaban: “The Woodstock festival, 3 days of peace and music”. Aunque yo no estaba muy animado en asistir, mi compañero me convenció de ir, él estaba seguro de que ese festival iba a ser algo grande.

Al preguntar en la estación de bus nos dijeron que no habían pasaje para ir hacia esa zona así caminamos hasta la carretera principal. Rápidamente conseguimos trasporte, eran un grupo de 15 jóvenes que venían de Kansas. A las dos horas ya estábamos en el sitio. No se podía caminar de la multitud de personas en el lugar, empezó a llover, oscureció muy pronto. La música se oía de lejos y la tarima se veía infinita, aunque los enormes altavoces se visualizaban desde cualquier parte. Decidimos acampar cerca de una charca. El dinero que teníamos no nos sirvió de nada, pues no existía sitio donde comprar algún alimento. La cena la resolvimos con unos bocadillos que nos dieron unos compañeros que llenos de barro disfrutaban felices en la charca.

El sábado 16 nuestra estadía mejoraba un poco, si a eso contamos que solo dormimos un par de horas. Agua y galletas fue nuestro desayuno. Nos adentramos más entre la multitud con la esperanza de acercarnos más a la tarima y ver los grupos más de cerca, aunque confieso que no soy aficionado a ningún genero musical. Esa misión fue imposible, una barrera humana impedía el paso hacia el centro. En medio de nuestro ajetreo coincidimos con unos compañeros de clases, terminados el día con ellos quienes amablemente nos ofrecieron hospedaje en sus tiendas de campañas arruinadas por la lluvia y el barro. Ellos nos comentaron de los cantantes y grupos presentes en el festival, recuerdo que nos nombraron a Santana, Janis Joplin, Jimi Hendrix, Jefferson Airplane, The Who, Grateful Dead, entre otros. Ya para el domingo 17 nuestros cuerpos agotados no podían levantarse, al ver a nuestro alrededor los compañeros se habían marchado. Nos quedamos clavados como estacas en el barro, sin energías para caminar, era el último día y pensamos en la idea de regresar, pero no sabíamos cómo, esperaríamos al día siguiente.

El lunes 18 terminamos la faena con miles de personas armando un simbolo de la paz con toda la basura que encontramos en el lugar, mientras de fondo se escuchaba una melodía ecléctica, una melodía que sintetizaba lo que había sido el festival, era la guitarra de Jimi Hendrix que como una extensión del pensamiento emanaba su sinfonía de fraternidad, unión, pacifismo y protesta. Fueron tres días que pasamos hambre, frío, con la ropa mojada, pero todo el mundo nos ofreció comida y algo de abrigo. Sin saberlo mí compañero y yo estuvimos presentes no en el mayor festival de música rock del mundo, sino en la mayor demostración de solidaridad humana jamás lograda... eso hace ya cuarenta años.

Getafe, marzo de 2009.

sábado, 12 de enero de 2013

Realismo mágico: Detalle pintoresco


El diseño de las pistas de carreras está inspirado en la estructura del cuento y la novela. El inicio es una larga recta que a la señal de partida los motores van de cero a cien en pocos segundos atrayendo la atención del lector.

Al llegar a la primera curva frenan y en intervalos cortos vuelven a acelerar; y así van frenando y acelerando hasta que salen de la zona de curvas y retoman la recta secundaria de la pista acelerando a fondo aunque obligados a frenar  nuevamente en el nudo de curvas las cuales llevan a la recta final acelerando a fondo, llegan al clímax de tanta velocidad para que al cruzar la meta quiten el pie del acelerador una vez conocido el desenlace.